1er Premio
Navidad Martin García. Residencia Ntra. Sra. Soledad y del Carmen (Colmenar Viejo - Madrid) 90 AÑOS
60 días de confinamiento:
Al principio del confinamiento lo llevé regular porque me tuve que quedar dentro de mi habitación sola durante 2 semanas. Yo la soledad no la llevo muy bien, mi hija me encontraba rara y me llamaba con más frecuencia que antes y aún lo sigue haciendo, me llama unas 10 veces al día. También me mando por correo libros para leer, escucho radio María para rezar el rosario y oír la misa, ya que en la residencia la habían suspendido. Pero lo más curioso que me mando fue un libro con sopa de letras, digno de conservar. Por ejemplo, tiene una página con aves, animales del mar, profesiones, celebraciones del mundo, historia, huesos del cuerpo etc. Me ha encantado y he podido aprender muchas cosas bonitas y curiosas con estas sopas de letras. Pero echaba de menos las actividades que se hacia todos los días en la residencia, como nuestro club de lectura, la memoria, la gerontogimnasia...
Ahora analizo la situación de la enfermad, del coronavirus este que está habiendo y te hace comprender que no eres la única que sufre, sino que hay gente que está sufriendo más que tú. Estábamos acostumbrados a que no nos falte de nada y a quejarnos por todo. Yo personalmente he analizado en este tiempo mi vida pasada y pesé haber tenido Poliomielitis con dos meses de edad y que eso me sometiera a muchas operaciones y secuelas de por vida, en ese momento fui capaz de ser feliz.
Empezaron con las operaciones justo cuando termino la guerra civil española, yo me acuerdo que tuve que ir a Madrid porque estaba el médico más prestigioso del momento, el Doctor Bastos. Recuerdo ver las trincheras cuando pasaba con el coche, era muy curioso porque ponían “ellos” y “nosotros” que correspondía a las derechas y lo de izquierda. Pero tuve muy mala suerte con ese doctor, porque después de la operación me dejo la rodilla bloqueada, sin movimiento. Por lo que no tuvimos que ir a un hospital de Valladolid donde se encontraba el mejor cirujano del momento. Mis padres tuvieron que pagar mucho dinero, por ello, ya que en esa época no existía la salud pública. Yo tenía 7 hermanos y era la penúltima de todos, por la poliomielitis mis padres me daban mucha atención y recibía muchos mimitos. Por eso ahora mismo me sienta muy mal la soledad, ya que siempre he recibido mucho cariño y me encanta el contacto con los demás.
En el hospital de Valladolid era como una casa grande, estábamos todos los enfermos comiendo juntos con el médico y su mujer que era la enfermera., no se parecía en nada a un hospital de los que hay ahora. El resto de chicos que se encontraba allí, eran por rotura de articulaciones, mientras hacían deporte como jugar al futbol… Yo era la que estaba más grave. Para quitarme el bloqueo de la rodilla, cogió la rodilla sin anestesia ni nada y me la desbloqueo. La enfermera se pensaba que me moría, no he sufrió más dolor en mi vida y eso que he tenido 3 hijos de parto natural.
Allí era muy feliz, a pesar de los dolores y las múltiples operaciones que me hicieron. Mi madre estaba todo el día conmigo y se iba a dormir por las noches a una pensión. Yo me encontraba a gusto porque me dejaban los chicos, los libros y las revistas que les traían. Además, yo debía yo de ser muy agradable y dulce, porque la gente me decía muchos piropos y eso me daba mucha alegría, aunque estuviera pasando por esos momentos malos.
En conclusión, las desgracias te hacen ser más humana, más persona y a comprender que la vida es muy corta y que en cualquier momento te vas, por lo que merece la pena disfrutar de cada momento. Como decía el diario de Ana Frank “La vida es feliz y vale la pena vivirla”.