Opinión

1987, salud y envejecimiento en la España preolímpica

Josep de Martí, fundador de Inforesidencias. (Foto: JC/Dependencia.info).
Josep de Martí | Sábado 09 de agosto de 2025

Dentro de la serie de “Buscando en el baúl de los recuerdos gerontológicos” propongo volver por un momento a 1987. España tenía poco más de 38 millones de habitantes y solo el 11,2% eran personas mayores de 65 años, según los datos del INE de aquel momento. Hoy, ese porcentaje supera el 21%. Han pasado 35 años desde que se realizó el estudio que rescato: uno que analiza desigualdades en salud y envejecimiento demográfico, publicado en 1993 en la revista Anales de Geografía de la Universidad Complutense 13: 139-154 (1993).

Puedes leer el texto completo del artículo aquí basado en la Encuesta Nacional de Salud de 1987. Suena a arqueología demográfica, pero merece la pena.

En aquel entonces, Felipe González gobernaba España y en la Casa Blanca, George Bush padre presidía Estados Unidos. No existía aún el AVE, ni los Juegos Olímpicos de Barcelona, ni internet en nuestras casas. Pero ya había preocupación por los efectos del envejecimiento poblacional. La autora principal del estudio era Gloria Fernández-Mayoralas, acompañada de nombres que seguirían ligados durante décadas al análisis gerontológico, como Antonio Abellán García y Vicente Rodríguez Rodríguez.

Lo que hicieron fue pionero: analizar la salud de los mayores no solo desde el diagnóstico médico, sino también desde su percepción subjetiva. Se basaron en los datos de la Encuesta Nacional de Salud, que había entrevistado a 30.000 adultos, casi 5.000 de ellos mayores de 65 años. Estudiaron cómo afectaban la edad, el sexo, el tamaño del hogar, el nivel de estudios y la renta en la forma en que los mayores percibían su salud y declaraban enfermedades.

Los resultados ya mostraban un patrón preocupante: cuanto menor era el nivel educativo o la renta, peor era la salud percibida. Las mujeres declaraban más dolencias, sobre todo osteomusculares y circulatorias. Y quienes vivían solos: el 17% de los mayores, tendían a ver su salud con más pesimismo. El 80% de los mayores decía tener alguna enfermedad crónica, pero solo el 39% afirmaba gozar de buena o muy buena salud.

Ese estudio, escrito en una España que aún no había vivido ni la crisis del ladrillo ni la pandemia, ya alertaba sobre una tendencia clara: la salud no solo depende de médicos y hospitales, sino de factores sociales y económicos. Y que la población mayor es muy heterogénea. No todos envejecen igual.

Si hoy repitiésemos ese estudio con los datos de 2025, encontraríamos muchas continuidades, pero también diferencias. Ha mejorado la esperanza de vida, la educación y el acceso a servicios sanitarios. Pero también han crecido las desigualdades. Muchas personas mayores viven más años, pero no siempre mejor. Y aunque han cambiado los ingresos, las soledades y la fragilidad persisten. En 1987 apenas se hablaba de la dependencia como derecho o de la Ley que llegaría dos décadas después. Hoy, hablamos de listas de espera, de demencias, de envejecimiento activo… y seguimos con carencias.

Quienes analizamos hoy los datos desde el presente tenemos una ventaja que a veces olvidamos: el tiempo transcurrido nos permite ver qué advertencias se cumplieron y cuáles no. Volver a estos estudios antiguos no es solo un ejercicio académico. Es una forma de recordar que hubo quien ya lo vio venir. Que el envejecimiento no es una sorpresa.

Y que, si no aprendemos del pasado, corremos el riesgo de seguir repitiendo diagnósticos sin tratamiento.

¿Queremos saber hacia dónde vamos? A veces basta con mirar hacia atrás, abrir el baúl y releer lo que ya nos habían dicho.

Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

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