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Impacto de la brecha digital en la autonomía y la salud de las personas mayores en su vida cotidiana

Impacto de la brecha digital en la vida cotidiana de las personas mayores.
Dependencia.info | Domingo 17 de agosto de 2025

La Asociación EMANCIPATIC aborda la brecha digital que enfrenta este colectivo, resaltando cómo el avance tecnológico puede dejar atrás a quienes no se adaptan rápidamente.



La creciente digitalización de los servicios y las transacciones comerciales está transformando la vida cotidiana en la sociedad actual, un fenómeno que impacta de manera significativa en ciertos colectivos, especialmente en las personas mayores.

La Asociación de Internet de las Personas, EMANCIPATIC, invita a la reflexión sobre la brecha digital y su relación con los mayores.

Desafíos tecnológicos y el envejecimiento poblacional

El avance de las tecnologías disruptivas ha modificado rápidamente el panorama en diversos sectores. Las organizaciones consolidadas suelen ser más complejas y, por ende, más lentas para adaptarse e innovar, lo que las coloca en desventaja frente a las startups, empresas emergentes que pueden desarrollar productos ajustados a las necesidades del consumidor con mayor agilidad. Esta dinámica competitiva obliga a las grandes corporaciones a adoptar una mentalidad más ágil para satisfacer a sus clientes digitales.

No obstante, este acelerado ritmo de cambio contrasta con el perfil sociodemográfico de la población, donde un segmento importante se encuentra compuesto por personas mayores que pueden enfrentar dificultades para adaptarse a estas nuevas tecnologías.

La importancia de la inclusión digital

Es fundamental abordar cómo la brecha digital puede afectar la integración social y económica de los mayores. La falta de habilidades digitales no solo limita su acceso a servicios esenciales, sino que también puede aislarlos socialmente. Por ello, es crucial fomentar iniciativas que promuevan la alfabetización digital entre este grupo etario.

A medida que avanzamos hacia un futuro cada vez más digitalizado, garantizar que todos los segmentos de la población tengan acceso equitativo a las herramientas tecnológicas se convierte en una prioridad ineludible. La inclusión digital no debe ser vista solo como un objetivo tecnológico, sino como un imperativo social.

Jornada SENES 2025 y la exclusión digital

Por todo lo anteriormente descrito, con el lema ‘La brecha digital: determinante social que impacta en la salud’, la Jornada SENES 2025, celebrada en el Centro de Servicios Sociales Guindalera de Madrid, centró su atención en cómo la falta de acceso a la tecnología afecta directamente a la vida de las personas mayores.

La actividad, promovida por el Departamento de Servicios Sociales del Distrito de Salamanca y organizada por la Asociación Bienestar y Desarrollo Grupo ABD, convocó a profesionales de distintos sectores para profundizar en uno de los grandes desafíos del envejecimiento: la desigualdad tecnológica.

Durante la jornada se generó un espacio de reflexión colectiva para compartir propuestas y alcanzar puntos de encuentro en torno a los retos y posibilidades que plantea el envejecimiento activo, la inclusión social y la salud comunitaria.

A lo largo de las distintas intervenciones se abordó cómo la brecha digital influye en la autonomía, en la participación en la vida social y, especialmente, en la salud de las personas mayores.

Los datos revelan una realidad preocupante: más del 40 % de los mayores de 65 años no se sienten seguros utilizando tecnologías digitales, y cerca del 29 % no accede a Internet. Esta brecha condiciona el uso de servicios esenciales como la banca online, la atención médica a distancia o la comunicación cotidiana con el entorno familiar y social.

Una problemática multifactorial

Durante las sesiones, se identificaron diversas causas que alimentan esta desigualdad. Entre ellas, la ausencia de una formación adaptada al ritmo y necesidades de las personas mayores, las limitaciones físicas o cognitivas —como problemas de visión o memoria— y el temor a cometer errores o ser víctimas de estafas. A estos obstáculos se suman las dificultades económicas: muchas personas mayores no disponen de recursos suficientes para adquirir dispositivos adecuados o costear una conexión de calidad.

No obstante, también se destacó una evolución positiva en la integración digital de este colectivo. El uso de teléfonos inteligentes entre mayores de 65 años se ha multiplicado por tres en los últimos diez años, y un 23,7 % realizó compras por Internet en el último trimestre de 2022. Sin embargo, todavía hay casi un 30 % que no cuenta con ningún tipo de dispositivo, lo que confirma la persistencia de la brecha.

Iniciativas que avanzan en la solución

La jornada ofreció un espacio para presentar proyectos que buscan reducir esta desigualdad. Desde programas gratuitos de alfabetización digital impulsados por el Ayuntamiento de Madrid y organizaciones como Ceoma, hasta experiencias como las de Emancipatic, que facilitan el acceso seguro y acompañado a los entornos digitales.

En paralelo, la Estrategia España Digital 2025 plantea objetivos concretos para extender la conectividad y fomentar las competencias digitales entre toda la ciudadanía, prestando especial atención a los grupos más vulnerables.

Propuestas clave para reducir la desigualdad digital

Los especialistas insistieron en la necesidad de implementar enfoques integrales que incluyan formación adaptada, tecnología accesible y políticas públicas que garanticen la inclusión.

También se destacó la relevancia de promover redes de apoyo entre generaciones, desarrollar interfaces fáciles de usar y crear recursos informativos claros y actualizados que ayuden en el uso cotidiano de los servicios digitales.

Un desafío compartido

El Proyecto SENES, responsable de la organización del encuentro, se orienta a mejorar el bienestar de las personas mayores, con el objetivo de favorecer su desarrollo personal en el entorno en el que viven y prevenir situaciones de aislamiento, exclusión o vulnerabilidad.

La digitalización no puede ser una barrera más”, señalaron los organizadores, “sino una herramienta para asegurar el derecho a un envejecimiento digno, saludable y plenamente integrado en la sociedad”.

Para lograrlo, tal como se evidenció a lo largo de la jornada, es imprescindible aprovechar los recursos existentes tanto del sector público como del ámbito social, con el fin de promover la autonomía, la participación comunitaria y una mirada que incorpore la diversidad y la perspectiva de género.

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