Opinión

El "coste” del cuidado

Susana Ruiz es consultora y formadora experta en Servicios Sociales.
Susana Ruiz | Miércoles 08 de enero de 2025

He dedicado varios días a leer artículos sobre el coste de los servicios en residencias para personas mayores. No es un tema que debamos pasar por alto, especialmente cuando lo consideramos desde una perspectiva personal: en un futuro, no sé si tendré acceso a una plaza residencial, o si preferiré ser atendida en mi propio hogar.

El verdadero enfoque no debería ser si los servicios son caros o baratos, sino respecto a qué estamos valorando esos precios.

A lo largo de mi carrera profesional, me he encontrado con diversas opiniones sobre el coste de los servicios de atención, y me asombra la facilidad con que se asigna valor a unos en detrimento de otros.

¿Alguna vez nos hemos cuestionado lo que nos cobra un cerrajero por abrir la puerta de nuestra casa?, ¿y el fontanero por reparar una fuga? ¿Qué decir del taller por reparar nuestro coche?

Claro, estos son servicios tangibles, cuyas consecuencias son inmediatas y visibles: el cerrajero te abre la puerta y entras, te arreglan la lavadora y puedes continuar con tus tareas domésticas, reparan tu coche y puedes desplazarte nuevamente al trabajo sin contratiempos.

Sin embargo, al hablar de cuidados, la situación se vuelve mucho más perversa.

Imaginemos por un momento una situación cotidiana.

Muchos de ustedes habrán planificado alguna vez unas vacaciones y, seguramente, habrán utilizado algún portal de reservas para comparar precios de hoteles.

Permítanme hacer un ejercicio de imaginación.

Situémonos en el mes de agosto, un hotel de nivel medio en la costa, (no hace falta que sea de lujo), a unos pocos metros de la playa.

Estamos de acuerdo en que el precio rondará entre los 80 y 100 euros por noche.

Pero, como muchos buscamos un descanso total, optamos por un servicio de pensión completa.

Tras todo un año de trabajo, nos merecemos un descanso sin preocupaciones ni obligaciones.

En ese caso, el precio fácilmente sube a 150 euros por noche, y aquí estoy siendo bastante moderada.

¿Y qué pasa con la ropa? Queremos que la laven y la planchen, pues el calor del verano no invita a hacerlo nosotros mismos. Si sumamos el servicio de lavandería, podríamos estar hablando de 170 euros por noche.

Hagamos el cálculo: si nos alojamos una semana, el costo ascendería a alrededor de 1.050 euros.

Ahora, ¿qué pasaría si incluyéramos en ese precio un servicio médico y de enfermería a nuestra disposición?..

Si extrapolamos este costo a un periodo mensual, el resultado es, como mínimo, un tanto revelador… intuyo que ya saben a qué me refiero.

Lo que me sorprende es que, al hablar de cuidados, especializados y continuados, que no son tangibles ni inmediatos, no se les otorga el valor que realmente tienen.

No se trata únicamente de considerar el precio, un factor que, sin duda, influye en muchas familias, por no decir en la mayoría.

Pero no podemos permitir que sea el único criterio determinante.

Al igual que existen hoteles que ofrecen pensión completa por precios significativamente más bajos en comparación con otros en primera línea de playa, la calidad del servicio y el valor de la atención deben ser los criterios clave.

Cuidar es un compromiso de toda la sociedad.

Cada uno de nosotros debe asumir la parte que le corresponde en ello: la administración, las familias, las empresas, los sindicatos… todos sin excepción.

No asignemos al precio el carácter de exclusión, y mucho menos evaluemos el valor de un servicio utilizando etiquetas de "caro" o “barato”, sin contar con criterios válidos de juicio.

¿De verdad alguien escatimaría en el cuidado de un ser querido? ¿Estamos seguros de que no deseamos lo mejor para ellos?.

Una recomendación, hablen siempre de valor, no de precio.

Susana Ruiz es consultora y formadora experta en Servicios Sociales

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