El rincón del director

¿Labrador o roboperro?

Terapia con animales o con robots que simulan animales... (Foto: Chat GPT).
Josep de Martí | Miércoles 06 de noviembre de 2024
La directora de la residencia Las Marismas se enfrenta a un dilema entre continuar con la terapia asistida por perros o introducir mascotas robóticas, más económicas pero sin conexión emocional.

En la residencia Las Marismas, de la que, por cierto, eres directora nos encontramos frente a una encrucijada. Desde hace un tiempo, hemos estado trabajando con una fundación de terapia asistida con animales que nos visita una vez a la semana con dos labradores dóciles y cariñosos. Las sesiones que llevan a cabo han tenido un impacto muy positivo entre los residentes. Son dos horas llenas de alegría, interacción y calma. Hasta el momento, la única queja ha sido que una sola visita semanal se queda corta.

Por esta razón, decidimos pedir presupuesto para ampliar las sesiones a tres días por semana, alcanzando a más residentes y mejorando su bienestar. Sin embargo, el incremento de precio ya empieza a ser un factor preocupante, sobre todo porque nuestros recursos, aunque bien gestionados, no son infinitos. Además, la terapia queda incluida en el precio de los residentes y no es tenida en cuenta por parte de la administración en la adjudicación de plazas concertadas.

Eso hace que, en la práctica, aunque sin duda mejora la calidad de vida de los residentes, podría ser sustituida por otras actividades que llevase a cabo el equipo de la propia residencia sin suponer ningún coste adicional. Eso ya nos llevó a pensar hace un tiempo en sustituir la fundación por la perra de una terapeuta ocupacional de la residencia que había venido en alguna ocasión de visita y era a ojos de todos “la cosa más dócil y cariñosa del mundo”.

Ella nos propuso traer a la “perrita” durante sus turnos de trabajo y dejar que fuese por las salas con los residentes que quisieran pasar un rato con ella. Al final descartamos la opción, entre otros motivos por no ver que eso fuese una sustitución a una terapia canina y por una duda que nos planteó nuestro agente de seguros sobre qué pasaría si alguien sufriese una lesión por causa del animal.

Coincidiendo con esto, recibimos información sobre una alternativa novedosa: mascotas robóticas. Estos robots, según leemos en un mail que hemos recibido, están diseñados para parecerse a animales de compañía, están destinados a personas mayores y pacientes con demencia que no pueden cuidar a un animal real debido a limitaciones físicas o cognitivas. Según la información que nos proporcionan, estos robots reaccionan al contacto, ladran, ronronean, mueven los ojos y, lo más impactante, incluso simulan el latido de un corazón.

Desde el punto de vista económico, la inversión en cinco o seis de estos robots podría recuperarse en un año, si lo comparamos con el coste de la terapia con perros reales.

Planteas esta posibilidad al equipo, pero inmediatamente surge una división de opiniones. La mayoría de los miembros lo consideran una aberración: “¿Cómo vas a sustituir el calor y la energía de un ser vivo por un peluche, por muy tecnológico que sea?”. Ellos creen que la presencia de un animal real tiene un impacto emocional que simplemente no puede replicarse. Otros, más abiertos a la idea, ven un valor práctico en probar los robots, sobre todo si eso significa ofrecer a más residentes la oportunidad de interactuar con algo parecido a una mascota, especialmente para aquellos que no pueden asistir a las sesiones grupales con los perros.

Observas que los profesionales que conviven con una mascota tienden a ver como algo negativo la entrada de “roboperros” (así les llaman) en la residencia. Los que nunca han tenido mascota son más proclives.

El conflicto crece en tu interior mientras escuchas ambas posturas. Te siente dividida. Por un lado, entiendes el valor emocional que ofrece el contacto con un ser vivo; la conexión es tangible, pura, auténtica. Pero al mismo tiempo, la realidad económica te pesa, y como persona abierta a la innovación estás tentada por algo que, si funciona, podría ser una buena herramienta contra la soledad. Te planteas internamente argumentos contrapuestos: si bien las mascotas robóticas no ofrecen la misma calidez, podrían representar una solución eficiente y accesible para llegar a más residentes. La cuestión es: ¿será eso suficiente?

Para intentar poner algo de orden en tus pensamientos, decides hacer un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) de ambas opciones. Como herramienta de ayuda utilizas Chat GPT al que alimentas con la situación del caso, obteniendo el siguiente resultado:

Opción 1: Mantener la terapia con perros reales

Fortalezas:

El impacto emocional de los animales reales es innegable. Los residentes disfrutan de la interacción genuina, el tacto cálido y el vínculo emocional que solo un ser vivo puede ofrecer.

La terapia asistida con perros está bien documentada y comprobada como eficaz para mejorar el bienestar emocional y mental de personas mayores y con demencia.

Los residentes están familiarizados y ya establecieron lazos con los perros de la fundación.

Debilidades:

El costo es elevado, y aumentar la frecuencia de las visitas lo incrementa considerablemente.

Solo un grupo limitado de residentes puede participar en cada sesión, lo que deja a algunos sin acceso a esta actividad.

La terapia supone un coste neto para la residencia. Si no se hiciese podría sustituirse por otras actividades llevadas a cabo por personal del centro sin coste añadido..

Oportunidades:

Las terapias con animales están en auge y podrían servir como un diferencial para atraer a más residentes privados.

Podría plantearse encontrar patrocinadores que financiasen este tipo de actividades en el futuro.

Amenazas:

El incremento de costos a largo plazo podría forzarnos a reducir o incluso eliminar esta actividad en el futuro.

La fundación podría, en algún momento, no tener la capacidad de seguir ofreciendo el servicio por razones externas.

Opción 2: Introducir mascotas robóticas

Fortalezas:

La inversión inicial se amortiza en poco tiempo, lo que supone un ahorro considerable en comparación con la terapia asistida por perros.

Estos robots pueden estar disponibles todo el tiempo, proporcionando a los residentes compañía de manera permanente, no solo en sesiones limitadas.

Ofrecen una solución tecnológica innovadora que puede interesar a algunos residentes, especialmente a aquellos que no pueden asistir a las sesiones con animales reales.

Debilidades:

La conexión emocional es artificial; no hay una verdadera reciprocidad en la interacción, lo que puede hacer que algunos residentes se sientan insatisfechos o desconcertados.

Existe el riesgo de que los residentes se den cuenta de que los robots no son más que máquinas, lo que podría generar rechazo o frustración.

Aunque parecen resistentes, los robots podrían necesitar mantenimiento y reparaciones, generando costos adicionales.

Oportunidades:

Los robots podrían ser una herramienta eficaz para residentes con limitaciones físicas severas que no pueden interactuar con animales reales.

La tecnología sigue avanzando, y estos robots podrían mejorar aún más con el tiempo, haciéndolos más realistas y eficaces.

Amenazas:

Los residentes podrían sentir que están siendo tratados de manera impersonal o que se les está privando de una experiencia más humana.

La introducción de robots en lugar de animales reales podría generar críticas por parte de familiares o incluso afectar la reputación de la residencia.

Como suele suceder cuando consultas con la inteligencia artificial, aún no estás segura de haber considerado todos los factores relevantes.

¿Estás mirando solo los números y el coste-beneficio a corto plazo? ¿Estás deshumanizando, de algún modo, la atención a los residentes al optar por robots? ¿O estás adelantándonos a una solución innovadora que podría mejorar la calidad de vida en el futuro?

Ahora mismo, no tienes una respuesta definitiva. Pero lo que está claro es que, como directora, debes considerar no solo el coste económico, sino también el bienestar emocional de los residentes. ¿Podría coexistir un enfoque mixto? Quizás mantener la terapia con perros reales, aunque sea una vez a la semana, y complementarla con las mascotas robóticas, brindando una solución equilibrada. ¿Hacer una prueba limitada?

Dada la complejidad de la situación, decides ponerte en contacto con otros directores de residencias amigas. Sabes que algunos ya han considerado opciones similares, y su experiencia podría arrojar luz sobre este dilema. ¿Qué harían ellos en tu lugar? ¿Cómo valorarían la relación entre el ahorro económico y la posible pérdida de interacción genuina con los animales?

¿Qué harías tú que estás leyendo este caso? ¿Qué le dirías a la directora de la residencia Las Marismas?

Nota: En la redacción del caso he utilizado Chat GPT, concretamente en la redacción de los DAFOS, para ello alimenté al sistema con “mi” caso práctico. La imagen también ha sido elaborada por Chat GPT

Autor del texto Josep de Martí Vallés. Jurista y Gerontólogo. Fundador de Inforesidencias.

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