Opinión

¿Andamos por el mismo camino?

Víctor Aragonés Fernández, CEO Atención Integral a la Dependencia. (Foto: Víctor Aragonés).
Víctor Aragonés | Miércoles 12 de octubre de 2022

El nuevo acuerdo de criterios comunes de acreditación y calidad de los centros y servicios del sistema para la autonomía y atención a la dependencia no ha dejado indiferente a nadie. Llega en un momento en el cual la opinión publica tiene el foco puesto directamente en el cuidado de las personas mayores y muy especialmente en los centros residenciales que, tras una situación critica y de esfuerzo sobrehumano en la pandemia, han dejado su imagen publica cuestionada por la confusión generada entre la gestión interna de los centros y la gestión política de los mismos.

Es evidente que ambas partes del acuerdo; agentes sociales por un lado y empresarios y gestores por otro consideran que han perdido y prueba de ello son las férreas campañas que ambos están realizando con respecto a la opinión publica. Por un lado, tenemos videos como el de el Señor Mariano (y alguno más que circula por la red) donde, mas allá de sus demandas, llega en un momento oportuno para los defensores de la laxitud del acuerdo, pero no olvidemos que por otro tenemos campañas de asociaciones de empresarios exponiendo con fervor cómo son los centros residenciales mostrando la buena cara de las residencias, que si bien es cierto que existen obvian aspectos no tan agradables de los centros que también existen. Ambos bandos juegan sus cartas para defender su postura, y es algo licito, ambos exponen sus armas.

Parece obvio remarcar que el citado documento es un acuerdo, y creo es importante hacer hincapié en el termino. Un acuerdo es una situación donde por norma general ambas partes sienten que han perdido en algunos aspectos, pero en su defecto sienten que han ganado en otros. Decía Goethe “en un consenso no debemos preguntarnos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino”. Ahí se encuentra quizás el fondo del asunto ¿Marchamos realmente por el mismo camino?

Si mi análisis no falla, ese camino consiste en construir un nuevo sector de atención a mayores basado en el modelo de atención centrada en la persona, potenciando un envejecimiento según las preferencias de los mayores, esto es en el hogar, y que cuando dicho envejecimiento sea imposible por diferentes aspectos puedan acudir a servicios éticos, de calidad y que respeten sus preferencias y sus derechos.

Esto me recuerda a otra reforma similar que se realizo en nuestro país allá por finales de los 80. La famosa reforma psiquiátrica. Dicha reforma buscaba exactamente lo mismo cambiar el sistema de atención a personas con problemas de salud mental donde, en aquel momento la duda se ponía sobre los hospitales residenciales – psiquiátricos, hoy prácticamente desaparecidos, y transformados y evolucionados en otros recursos. Hago un inciso para recomendar encarecidamente a los lectores que revisen la historia, los procedimientos y procesos que se llevaron a cabo en la reforma psiquiátrica, así como en la reforma del sector de la discapacidad intelectual y diversidad funcional pues fueron asombrosamente parecidos a los que estamos viviendo en este momento.

La reforma psiquiátrica de los 80 fue una etapa de denuncia, represión y movilizaciones, que dieron a conocer la obsolescencia de la asistencia psiquiátrica en España y que permitió́ forjar un consenso entre los profesionales reformistas y una cierta sensibilización en la opinión publica.

El proceso de reforma psiquiátrica se enfrentó a un doble desafío: desmontar un sistema antiguo asentado en el hospital psiquiátrico y a la construcción de un nuevo modelo asistencial. ¿No os suena de nada esto?

Y es que en una reforma como la expuesta no todo es cuestión de financiación, sino de organización, reestructuración y cultura social y organizacional. Gracias a esa reforma dejamos de escuchar que las personas con problemas de salud mental son locos, que las personas con discapacidad intelectual son subnormales y en estos momentos, espero que esta nueva reforma nos haga dejar de escuchar que las personas mayores son abuelos. Porque, personalmente, yo no tengo ninguna relación paterno filial con las personas usuarias de mis servicios

El cambio cultural requiere que abandonemos nuestras viejas prácticas e ideas y transformemos todo lo que hacemos en las personas que servimos, como expuso ya hace años en un acto organizado por dependencia.info Walter O. Coffey, cambiando el “haciendo por” con el “hacer con”. Quizás ese sea uno de los puntos flacos del acuerdo que no estemos realizando debidamente. ¿Tanto en la reforma psiquiátrica como en la reforma de la diversidad funcional los propios implicados (personas con problemas de salud mental y diversidad funcional) fueron escuchados e intervinieron en los diferentes órganos de decisión a diferentes niveles, pero y ahora? ¿Donde están las personas mayores? ¿Donde las escuchamos? ¿Cuándo las vemos hablando del tema en cuestión? ¿Y cuando las vemos, damos por echo que están manipuladas para defender nuestros argumentos? Desvalidamos su opinión? Y no, no es suficiente con movimientos organizativos y asociativos de familiares, deben ser las propias personas usuarias de los servicios quien se tengan en cuenta porque, por desgracia, la autonomía por representación que se plantean los familiares quizás no tenga toda la representación que debiera y responde mas a percepciones y opiniones personales como familiar y no a las de la propia persona usuaria. Y a quien diga que las personas usuarias no pueden opinar porque la mayoría se encuentran en procesos de demencia le diría que se repasara el citado modelo, pues tener o no tener demencia no debe permitirnos desvalida los sentimientos de la persona. Resumiendo: que tenga demencia no implica que no sienta emocionalmente lo que es vivir en una residencia.

Respecto a la financiación, tema principal de incomodidad de las empresas, la necesidad e inversión económica para la implantación del nuevo modelo es mas que evidente. Pero por favor, que esa evidencia no os nuble el juicio. La obviedad de que la financiación sea necesaria no puede enmascaras algo más evidente aún y es que en parte de nuestros centros minusvaloramos a los mayores usando prácticas de psicología social maligna llamándoles abuelos, a las personas con demencia les llamamos dementes, les infantilizamos colgando dibujos que realizarían niños de 5 años en sus habitaciones, existen centros que no han recibido inspecciones en 6 años, revisamos su armario y nos saltamos su privacidad sin avisarles ni a ellos ni a su familia (eso si, por su bien), usamos dobles pañales para economizar tiempo en los cambios, usamos sujeciones por incapacidad de las organizaciones para dar un cuidado libre de ellas, encerramos en sus habitaciones a personas cuando “se portan mal”, limpiamos sondas nasogástricas con Coca-Cola. Este párrafo que acabas de leer igual te sorprende y consideras que no es así, pero todas y cada una de estas situaciones las he vivido bien como formador bien como consultor en mis últimos 5 años de trabajo. Así que igual, antes de desviar el foco hacia el dinero debemos centrarnos en arreglar nuestro grave problema cultural y social hacia la dignidad del mayor y luego, ya si eso, nos centramos en la más que necesaria financiación, porque para dejar de decir que las personas con demencia son dementes no hace falta ni un solo céntimo, sin embargo si es necesario formación, concienciación, querer cambiar y perder el miedo al cambio. Todos conocemos aquello de que “Todo cambio genera una resistencia inmediata”, y si la financiación, además de necesaria es también nuestra resistencia a vencer?

No sabemos a donde nos llevara el nuevo acuerdo marco y cómo acabara la actual reforma del sector, pero si sigue los pasos de las anteriores en otros ámbitos los centros que sean capaces de adaptarse a los nuevos modelos de cuidado se transformarán inevitablemente en otros recursos similares, y a la vez distantes, de las residencias. Y los que no sean capaces de adaptarse simplemente desaparecerán, pero es que quizás, si no pueden adaptarse a un nuevo mundo de cuidados mas éticos y a un modelo basado en preferencias, no debería de estar en el. Igual que Nokia no se adapto al teclado táctil, Blockbuster no se adapto a las plataformas de consumo audiovisual o Kodak no se adapto a la fotografía digital (sin ser la razón principal un aspecto económico) Darwin se dio cuenta de esto, mucho antes que nosotros y lo llamo evolución.

Víctor Aragonés Fernández, CEO Atención Integral a la Dependencia

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