En estos días se cumple un año desde que la OMS (Organización Mundial de la Salud) decretase como pandemia al virus ‘SARS-CoV-2’, al que se le denominó 'Covid-19'. 365 días que han afectado especialmente al sector más vulnerable a nivel inmunológico, es decir, la franja de población que ha superado los 65 años.
Como consecuencia del envejecimiento en nuestra sociedad, el impacto ha sido exponencial ante un patógeno cuyo comportamiento desconocíamos. Hemos aprendido a valorar el aspecto humano (para paliar el ‘dolor del corazón’) y la vertiente sanitaria (para atenuar el ‘sufrimiento físico y mental’).
Como luz al final del túnel, se ha traducido en la generación en tiempo record de diferentes proyectos de vacuna, poniendo de manifiesto el potencial e importancia de la Ciencia.
La inoculación ha hecho que los centros residenciales geriátricos sean ahora mismo uno de los lugares más seguros para la población de edad. Este tiempo ha servido, y ha de continuar con determinación, de análisis sobre el modelo más adecuado de atención a las Personas Mayores, que concite mayor eficiencia y el respeto a su autonomía personal.
Es cierto que, cuando estamos en medio de la incertidumbre, metafóricamente 'los árboles nos impiden ver el bosque'. En una situación de pandemia, estudiar el futuro de la dependencia y los recursos sociasistenciales en gerontología requiere de un debate sosegado, con soluciones a implementar, aunque con perspectiva a medio y largo plazo, que es la forma de responder adecuadamente.
En estos momentos en el sector contamos con el modelo AICP (Atención Integral Centrado en la Persona), que puede servir de base para adaptarlo a una realidad poliédrica.
En mi humilde opinión creo que merece la pena reflexionar sobre tres aspectos:
Sobre todo deben cobrar valor elementos como la cooperación, la protección a la salud, el situar en el ‘centro’ a las personas, así como los proyectos intergeneracionales.
Decía el pensador cordobés Lucio Anneo Séneca, uno de los grandes intelectuales del Imperio Romano: “La edad madura es aquella en que las posibilidades creativas superan con creces las limitaciones”.
Vamos a demostrarlo. El desafío es grande. Si lo hacemos en equipo e ilusión conseguiremos resultados.
Fernando Villafruela Espinel es trabajador Social y técnico en Personas Mayores