Cada uno ha afrontado la pandemia como ha podido, con la información de que disponía y usando para tomar decisiones su propia inteligencia, conocimientos, expectativas, emociones y todos aquellos elementos que hacen que hagamos lo que hacemos y muchas veces… nos equivoquemos.
Llevo unas semanas intentando ponerme en la piel de los directores y gerentes de residencias para poder transmitir su estrés y profundo sentimiento de frustración en estas circunstancias. En ese contexto recibí una llamada de una periodista que estaba recabando documentación para un programa en la cadena de televisión Cuatro en el que se trataría sobre las residencias durante la pandemia.
Acabé hablando con dos periodistas, calculo que algo más de una hora en varias conversaciones en las que les hablé de lo difícil que es obtener datos de cuántas residencias hay en España, debido a que sólo hay registros oficiales autonómicos. Lo difícil que es también definir qué es público y qué privado, debido a que la colaboración entre ambos sectores es tan intensa en el sector geroasistencial que hace que existan muchas figuras híbridas. Incluso, cuando me hablaron del problema de que “fondos buitres” invirtiesen en el sector, les dije que ese término debía ser utilizado con cautela ya que, verdaderamente los “fondos buitres” son los que especulan en el mercado de la deuda pública internacional de países emergentes y usar ese nombre sin ningún reparo sólo enturbia el debate. Hablamos de lo que cuesta construir, equipar y hacer funcionar una residencia, de los beneficios que se pueden ofrecer.
Las dos periodistas me parecieron muy profesionales y receptivas por lo que, cuando me dijeron si quería salir en directo en el programa me pareció una buena oportunidad de explicar esa parte de la realidad que queda oculta.
Cuando me dijeron que el programa se llamaba “Todo es mentira” tendría que haber declinado la invitación. Pero no lo hice. Por un lado, quería poder decir en un medio de más audiencia lo que llevo escribiendo estas semanas de pandemia. O quizás soy un vanidoso y simplemente quería “salir en la tele”.
El resultado es este vídeo
Si hago caso a lo que me ha llegado de Twitter, lo hice muy mal. Si miro más hacia Linkedin, no lo hice tan mal.
Supongo que es el signo del tiempo.
Yo sigo dispuesto a participar y debatir allí donde me llamen. Creo que tengo datos suficientes para demostrar que las residencias de mayores no pueden ser culpadas de las muertes.
Quizás alguna no lo hizo todo lo bien que debía, al igual que algún hospital, centro de salud o administración. No obstante, dar una visión generalizada negativa de las residencias es erróneo y falso. Eso pienso seguir dicéndolo donde quieran escucharme. Si me dejan hablar, pues mejor.