Si hace sólo dos meses se le hubiese dicho a un director de residencia que tenía que trabajar con un 25% de bajas, seguro que hubiese dicho que eso era algo totalmente imposible. Ahora, lo anormal se ha convertido en cotidiano y la labor de muchas directoras de residencias de mayores se ha convertido en un tránsito accidentado por un terreno totalmente desconocido.
“A la ayuda” de las residencias han venido las administraciones públicas (varias de ellas) y las empresas de prevención de riesgos laborales con una completa panoplia de cambiantes instrucciones y protocolos de actuación que, analizados en detalle parecen más pensados para proteger a quien los escribe que a quien debe aplicarlos o a los residentes. No pocos tienen la sensación de que tanta instrucción puede acabar convirtiéndose en una trampa mortal con efectos retardados para las residencias de mayores.
Dentro de un año, a una residencia que funcionaba con el 30% de personal de baja, que había recibido insuficiente material de protección y a quien no se le habían hecho tests generalizados hasta un mes de empezar la pandemia, quizás se le recrimine y haga responsable de no haber aplicado una instrucción contenida en la página 22 de la versión de 15 de abril de las instrucciones enviadas por parte del servicio de salud de la comunidad autónoma.
Desde Galicia ya nos ha llegado un primer indicio de hacia dónde van a ir las cosas cuando, en plena crisis, el subdirector de la Inspección de servicios sociales dice que “hay que denunciar”.
Cómo evitar que dentro de unos meses se sacrifique a las residencias como chivo expiatorio ante el altar de la opinión pública. Resulta complicado, pero yo recomiendo que cada una por su cuenta elabore su “armadura de papel”: un dossier en el que aparezca todo lo que ha ido haciendo la residencia durante las últimas semanas. Los mails enviados, las llamadas recibidas y las gestiones realizadas. Una armadura que demuestre que las cosas se hicieron “razonablemente bien según las circunstancias”, siguiendo las instrucciones e informando de todo a los poderes públicos.
En mis clases llevo años diciendo que un 80% del tiempo de un director de residencia debe dedicarse a “hacer las cosas bien” y el 20% restante a “poder demostrar que hacemos las cosas bien”. Los que dedican el 100% a hacer las cosas bien corren un serio riesgo de ser expulsados a la primera de cambio. En estos tiempos especiales que vivimos, la necesidad de “dejar rastro” se incrementa considerablemente ya que, no nos enfrentamos solo a una sanción administrativa.
Así las cosas, una “armadura de papel” está formada por muchos documentos y reforzada por muchas comunicaciones a autoridades públicas.
Cuántas más “personas relevantes” sepan lo que está pasando en una residencia más difícil serán que en el futuro se muestren públicamente airadas y nos señalen con el hipócrita dedo acusador de los oportunistas.
En cada caso la armadura es diferente. Así, lo que voy a explicar a continuación será sólo un ejemplo de lo que debe contener:
En las últimas semanas, debido a las extraordinarias circunstancias provocadas por la pandemia de coronavirus, el número de fallecimientos producidos en la residencia han aumentado considerablemente a pesar de las medidas puestas en marcha por indicación y bajo supervisión de diversas administraciones públicas.
Concretamente, de las XXX ocupadas que teníamos el día 15 de marzo de 2020 hemos tenido XX exitus de los cuales X son por coronavirus confirmados por test PCR, XX per posibles covid-19 y XX por otras patologías. Les adjunto un informe de las actuaciones llevadas a cabo desde entonces y nos ponemos a su disposición para cualquier aclaración o información adicional que tengan a bien requerirnos.
Podríamos plantearnos, mientras dura la pandemia, realizar una información semanal a estas instituciones. Si conseguimos su dirección de correo electrónico, utilicémoslo y, si queremos más seguridad futura, utilicemos el “correo electrónico certificado” o los registros públicos on-line.
Guardemos todo junto con una relación de las personas que nos han llamado por teléfono desde las administraciones e intentemos a partir de ahora obtener una dirección de correo electrónico de todo aquél con quien hablemos, sea del centro de salud, hospital, administración, policía, empresa de riesgos laborales o quien sea. Sabemos que en estos tiempos turbulentos recibimos muchas llamadas, algunas con instrucciones. Sin caer en la paranoia, estaría bien que tras cada conversación relevante hubiese un correo electrónico.
Si creamos nuestra armadura de papel en el 20% del tiempo, tenemos el 80% para dedicarnos a lo que realmente es importante que es, cuidar en tiempos difíciles.
Un amigo de una residencia que ha sido fuertemente afectada por la pandemia, a pesar de las medidas que tomaron, me ha hecho llegar su “Plan de Continuidad” considerando dos escenarios en los que las bajas de personal provocan que se tenga que trabajar con el 75% o el 50% de personal.
PLAN DE CONTINUIDAD FRENTE A POSIBLES BAJAS DE PERSONAL
Cuando recibí el programa completo del que este cuadro es un ejemplo me quedé sorprendido. La respuesta fue que “debemos estar preparados para todo”. Nadie ha elegido la pandemia.
Hasta anteayer estábamos pensando en cómo debíamos considerar las residencias como “comunidades”, espacios abiertos de vida donde pasan cosas, se producen relaciones interpersonales, entra y sale la gente. De un día a otro hemos tenido que evitar la entrada de visitas y someter a los residentes al doble confinamiento (en la residencia y, según los casos, en una habitación). Por supuesto que todo ello en aras de un bien superior, y aún así.
Varias residencias más me han escrito y explicado cómo se han adaptado a esta situación “totalmente anormal”. Me duele tener que decirles que dediquen un tiempo a acorazarse ante las futuras embestidas de las administraciones y los medios, pero me temo de verdad que, si no lo hacen, pasada la pandemia padecerán un tipo diferente de sufrimiento aún más injusto.
Todo mi apoyo y ánimo, la inmensa mayoría de residencias están dando, quieran o no verlo los medios, un ejemplo de cómo unos servicios “no sanitarios” pensados para ser sustitutos del hogar han actuado como rompeolas ante la enfermedad. Sin suficiente material y vituperados injustamente, pero allí han estado.
Josep de Martí, director de Inforesidencias.com