Opinión

¿Veremos un mundo sin alzhéimer?

Josep de Martí, Inforesidencias. (Foto: Inforesidencias).
Josep de Martí | Jueves 28 de marzo de 2019

Lean detenidamente el siguiente párrafo:

“Hace pocos días un científico y un laboratorio anunciaron que, gracias a una terapia que utiliza células madre y en la que están investigando, en cinco o seis años podríamos tener una cura para la enfermedad de Alzheimer”.

Parece algo que podríamos haber encontrado en algún periódico reciente o en Internet. Sin embargo lo escribí hace ocho años en mi blog y, visto con la perspectiva que da el tiempo, no sé si la sonrisa que se dibuja en mi boca es de alegría o de resignación.

Mi primera reacción, hace ocho años cuando leí aquella noticia, fue de sorpresa y alegría por lo que parecía rotundidad. Una segunda lectura me permitió ver que la clave estaba en que decía que “podríamos tener una cura” no que “íbamos a tener la cura”. Al final me quedé con la idea de que un laboratorio y un equipo de investigadores buscaban financiación para su proyecto y lo que hacían era lanzar una noticia que atrajese la atención hacia ellos.

Imaginar un mundo sin la enfermedad de Alzheimer es algo muy bonito, aunque quizás aventurado y quizás proceloso. Creo que para llegar allí pasaríamos por varias fases: En la primera, el laboratorio que patentase el medicamento querría recuperar su inversión y gratificar generosamente a sus inversores, lo que haría que el tratamiento fuese muy caro. De esta forma, los primeros “sin alzhéimer” serían aquéllos que se pudieran permitir pagar la onerosa cura. Es posible que hubiese muchos, ya que creo que miles de personas priorizarían la cura de la demencia por encima de casi todo lo demás. ¿Se imagina alguien con su cónyuge afectado a quien se le plantea el dilema de vender su casa y endeudarse para pagar un tratamiento que le devolviese a su marido o mujer? Yo sé cuál sería mi respuesta.

Las seguridades sociales de los países europeos se lanzarían a intentar cubrir el tratamiento con fondos públicos y se enfrentarían a un serio dilema: ¿Podrían permitírselo? ¿Sería el alzhéimer la máxima prioridad de gasto? Creo que la presión social sobre los gobiernos y la de los gobiernos sobre el sector farmacéutico (prometiéndoles pedidos millonarios) harían que, tras un plazo de “tratamiento sólo privado”, los precios bajarían y entrarían en la cobertura pública. Así, en unos años ya no habría alzhéimer en el mundo. Perdón, quise decir, ya no habría alzhéimer en el “primer mundo”.

¿Y en el resto? Es cierto que hay muchos más casos en países con tasas de envejecimiento elevadas, como Europa, Japón o Estados Unidos, pero no lo es menos que en la América Latina, donde la población envejece a ojos vista y el número de personas que sufren la enfermedad se incrementa. Creo que, en esos países, las personas con más recursos accederían al tratamiento desde un primer momento pero, ¿tendría que esperar el resto a acceder a la cura a que vendiesen las patentes?

Llegado el momento ¿Tendrán que ver cómo un familiar se deteriora y deja de conocerles sabiendo que hay algo que podría curarle?

Me temo que la respuesta es ‘sí’.

¿Podría hacerse algo para evitarlo?

Se me ocurre que podría financiarse la investigación con fondos públicos, pero eso plantearía un serio problema, ya que habría que determinar qué es prioritario para el interés general: ¿No deberíamos antes gastar en erradicar la malaria o el dengue que matan cada año a cientos de miles de personas, muchas de ellos jóvenes y niños? Además, si se financian muchas investigaciones con poco dinero el resultado es peor que si se concentra.

Otra medida podría ser obligar a las farmacéuticas a ganar menos cuando descubren un medicamento que puede tener una alta utilidad, pero sabemos que entonces dejarían de invertir en investigación. Las farmacéuticas que investigan siempre dicen que muchos de los proyectos que inician no acaban en éxito por lo que, cuando triunfan en uno, tienen que recuperar lo invertido en ese y en otros.

Entonces, ¿no hay más posibilidades?

Me gustaría conocer opiniones.

Otro día sigo con el tema ya que creo que hay otro tema interesantísimo. ¿Cómo sería nuestra sociedad si los que pierden la memoria la mantuviesen? Y me atrevo a aventurar: imaginemos que en los próximos 20 años vencemos la demencia, arrinconamos el cáncer, evitamos la osteoporosis, y reducimos drásticamente la degeneración macular y las insuficiencias cardíacas. O sea, ¿cómo sería la sociedad de los viejos jóvenes?

Mientras la enfermedad de Alzheimer no se cure, seguiremos teniendo que convivir con la demencia.

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