Este pasado miércoles se conmemoraba en todo el mundo el Día del Alzheimer, una enfermedad con la que la sociedad en general está muy concienciada, pues no distingue entre estratos sociales o latitudes.
Poco a poco, los avances en cuanto a prevención y tratamiento del Alzheimer hacen ver con más optimismo un posible final para este terrible mal que afecta, mediante la reducción progresiva de la capacidad neuronal y de la memoria, a millones de hombres y mujeres cada año. Sin embargo, una solución a corto y medio plazo se antoja un objetivo por ahora inalcanzable.
Un reciente estudio elaborado por científicos ha dado con otro síntoma que puede alertar sobre la aparición prematura de esta enfermedad: los celos en la pareja. A juicio de las últimas investigaciones, un cambio conductual hacia una mayor posesividad dentro de las relaciones matrimoniales o de pareja en la tercera edad pueden dar pistas sobre los primeros estadios de la enfermedad.
Según el estudio, el número de casos detectados mediante este proceso se han multiplicado por cuatro en la última década, por lo que con ello los responsables del hallazgo creen probar la efectividad de este parámetro a la hora de alertar sobre la afección en sus etapas más tempranas.
A la hora de tratar una enfermedad que no tiene cura, es importante saber reconocer los primeros síntomas para su control y correcto diagnóstico, puesto que tiene una incidencia que ronda la década.
En una primera etapa, el Alzheimer muestra su cara más reconocile, periódicos y cada vez más habituales olvidos de cosas rutinarias que muchas veces pasan por ligeros despistes pero que pueden ser los primeros indicios de la afección.
La segunda etapa está relacionada con la denominada acnocia, o la dificultad para reconocer rostros o individuos cercanos, como familiares o amigos.
Finalmente, el afectado sufre la apraxia, o incapacidad para hacer cosas cotidianas, vestirse, lavarse por sí mismo y otras actividades de relativa facilidad, y la afasia, que atiende a la pérdida de la capacidad del habla.