España es uno de los países de la UE que gasta menos en cuidados de larga duración. Esto hay que arreglarlo duplicando o triplicando la financiación actual...
Entrevista a Lázaro González García, presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP)
1.- ¿A qué hora suena su despertador?
La mayoría de los días no suena porque me despierto pronto. Pero cuando suena lo hace entre las 8:00 y 9:00 horas dependiendo de los actos que tenga esa mañana.
2.- ¿Cuál es su principal objetivo como presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas?
Mi objetivo en el frente interno es fortalecer la organización PMP para que sea más útil como movimiento que se cuida de impulsar los derechos y bienestar de las personas mayores en nuestro país. Cara al exterior convertir a PMP en un interlocutor muy sólido y fiable para todas las administraciones públicas, empresas y organizaciones privadas que trabajan con personas mayores y con discapacidad mayores
3.- ¿Qué cosa o circunstancia podría hacer que no consiguiera ese objetivo marcado?
Lo que destruye las organizaciones es la falta de unidad. La PMP es una organización plural con organizaciones muy distintas y con actividad y proyectos propios, pero con unos objetivos comunes. Lo que impediría lograr sus objetivos sería no respetar esa pluralidad o que las organizaciones que son miembros de la PMP no pudieran reconocer que pertenecer a la misma hace a todas más fuertes.
4.- ¿Qué le gustaría ser si no fuera psicólogo?
Me he dedicado muchos años a la educación y al trabajo social. Estaría igual de satisfecho siendo educador o trabajador social.
5.- Ley de Dependencia, ¿cambiaría cosas o haría una nueva?
Pienso que la Ley de Autonomía Personal y Atención a la Dependencia fue una excelente ley cuando se aprobó hace 18 años. Pretendía ser un nuevo pilar del estado de bienestar. Creo que hoy no hace falta una nueva Ley de Dependencia, sino cambiar lo que no ha funcionado bien y adaptarla a la realidad actual de una sociedad que necesita valorar mucho más las tareas de cuidados.
Las administraciones que la han aplicado han puesto el foco no tanto en el fomento de la autonomía de las personas mayores y con discapacidad, es decir en garantizar sus derechos, bienestar y asegurar proyectos de vida propios, que era su objetivo principal, como en una tarea puramente asistencial para paliar la dependencia creciente. Considero urgente que las reformas vayan en este sentido y que nuestro modelo de cuidados de larga duración cambie radicalmente. El actual ya no responde a las necesidades reales.
Por otra parte, es una ley que no ha tenido la financiación adecuada. España es uno de los países de la UE que gasta menos en cuidados de larga duración. Esto hay que arreglarlo en los próximos años, duplicando o triplicando la financiación actual. Pero también invirtiendo esos mayores recursos en cambiar el modelo de cuidados centrados en las personas, para que todas las personas dependientes se sientan bien atendidas, en su propio entorno y con absoluto respeto a sus derechos.
6.- ¿Sigue España ofreciendo oportunidad de crecimiento empresarial en el sector geroasistencial?
El empleo en el sector de los cuidados de larga duración va a crecer mucho en los próximos años por la demanda de una sociedad que cada vez alcanza afortunadamente edades más avanzadas, porque han mejorado nuestras condiciones sanitarias, de higiene y de alimentación.
Pero hay que cambiar el modelo de instalaciones masivas, para crear pequeñas unidades de convivencia y para que las residencias sean verdaderos hogares.
Faltan y faltarán plazas. Esta carencia ha de ser cubierta en primer lugar por una mayor y mejor oferta pública.
Va a ser necesaria también la colaboración de las empresas, a las que yo recomiendo que piensen a medio y largo plazo transformando las condiciones actuales de muchas residencias y, en el caso de inversiones nuevas, para que se adapten a las necesidades y demandas de los nuevos residentes que cada vez van a ser más exigentes por ellos o por sus familias en cuestiones de bienestar
Finalmente pienso que hay que aumentar la participación de la economía social en la creación y gestión de residencias y servicios de proximidad. Para ello deberán, naturalmente, contar con facilidades administrativas y para la financiación.
7.- ¿Cómo ve hoy el sector residencial en España?
Tiene que renovarse en las direcciones que acabo de apuntar. No le va a faltar demanda.
Faltan muchos servicios de proximidad, además de residencias, pues a las personas mayores nos gusta muy mayoritariamente envejecer en casa y en nuestro entorno. La teleasistencia universalizada y de última generación, ciertas prestaciones de telemedicina, los servicios de rehabilitación domiciliaria, los servicios de ayuda a domicilio y de acompañamiento, los centros de día van a resultar cada vez más demandados.
Ha de mejorarse también la formación y condiciones laborales de las y los cuidadores. Es un trabajo con personas en muchos casos en situación vulnerable que requiere una preparación adecuada y un compromiso especial que sea reconocido por la titularidad de las residencias y por la sociedad en general.
8.- ¿Y cómo ve el sector residencial en España dentro de 10 años?
Quiero ser optimista y pensar que se habrá transformado en las direcciones apuntadas.
Lo que sí es seguro es que los cuidados de larga duración van a ser un sector con gran crecimiento de empleo y creciente exigencia de calidad.
9.- Todo cambia, la población envejece... ¿Para qué debe el sector estar preparado?
Lo primero hay que cambiar la mentalidad de las administraciones públicas y de las empresas dedicadas a los cuidados teniendo en cuenta las nuevas realidades sociales que acarrea el envejecimiento. Las políticas sobre mayores han de transformarse radicalmente, teniendo en cuenta que se trata de derechos sociales, de servicios que tienen que ser accesibles a toda la población y que han de contar con la participación de las personas mayores.
10.- Faltan profesionales, ¿cómo haría más atractivo el sector de la dependencia?
El trabajo de estos profesionales es exigente y cada vez más necesario. Han de recibir una buena formación, han de estar adecuadamente retribuidos, han de contar con un conjunto de condiciones laborales que hagan los puestos atractivos. Van a ser necesarias nuevas profesiones, cuyas cualificaciones han de definirse bien.
Hoy faltan profesionales también porque las condiciones de los puestos ofertados no les resultan atractivas y están socialmente poco consideradas. Hay que cuidar a los cuidadores
11.- ¿Falta dinero o imaginación?
Falta dinero por supuesto, pero también imaginación. Debemos ser capaces de planificar una sociedad que esté preparada para ofrecer servicios para un envejecimiento creciente, en la que los bienes y servicios que se intercambian entre las personas mayores o para su atención suponen ya una tercera parte del producto interior bruto del país.
Falta sobre todo una visión intergeneracional que comprometa a jóvenes y mayores en la construcción del bienestar del país. Una sociedad para todas las generaciones no se construye de la noche a la mañana y es de una ceguera supina contraponer el bienestar de jóvenes y mayores.
12.- ¿Qué haría si fuera ministro de la Dependencia?
Creo que hoy tengo muchas más probabilidades de ser dependiente que de ser ministro.
Pero, si esta hipótesis altamente improbable se hiciera realidad, empezaría por ponerme de acuerdo con todas las Comunidades Autónomas para que todos los españoles tuvieran unas prestaciones de servicios sociales con calidad, entre ellas las de cuidados para todos, independientemente del lugar de residencia.
A la vez daría la lata a mis compañeros o compañeras de ministerios de hacienda para que se incrementasen sustancialmente los presupuestos dedicados a cuidados de larga duración.
Finalmente, impulsaría nuevos modelos de viviendas de las personas mayores accesibles y asequibles, como las viviendas colaborativas, cohousing senior, pisos tutelados, centros intergeneracionales, etc.
13.- ¿Qué le da miedo del futuro?
No me da miedo el futuro, porque estoy empeñado en contribuir a mejorarlo: sé que voy a morir como todo el mundo, pero trabajo para tener un envejecimiento digno y una muerte digna para mí y para todos.
Lo que suceda o lo que consiga no depende solo de mí. No controlo tampoco los plazos. Aceptaré lo que venga. De momento sigo haciendo proyectos de vida para levantarme ilusionado cada día
14.- ¿Qué ha aprendido de la pandemia del coronavirus?
He aprendido tres lecciones sobre todo:
- que las personas saben ser solidarias a pesar del individualismo de la sociedad de consumo que nos envuelve.
- que catástrofes como esta se pueden y se deben prevenir para minimizar sus efectos, de hecho las residencias que supieron prevenir dieron una mayor calidad de vida a sus residentes en medio de la tragedia.
- que no hemos hecho lo suficiente para prevenir a nivel global. Si por desgracia viniera otra pandemia similar nos cogería sin habernos preparado suficientemente. Olvidamos pronto tanto lo malo como lo bueno en un mundo que está centrado en lo inmediato
15.- Si inventara un robot... ¿qué haría este robot?
No sé nada de robots y por eso nunca lo inventaré. Considero, sin embargo, que la tecnología y los robots pueden hacer más fácil la vida de las personas si nos empeñamos en ello. Un robot puede ayudar a cuidar también, pero nunca sustituirá el trato humano ni el afecto.
16.- ¿Cómo se imagina usted y dónde a los 90 años?
Ni me lo imagino, ni sé si llegaré, aunque cada vez me falta menos. Haré lo que pueda en vivir en sintonía con lo que pienso echando una mano a quienes me rodean en lo que pueda.
Me imagino, si llego, viviendo donde vivo y disfrutando de las pequeñas realidades de cada día. No tengo otras aspiraciones.
¿Algún comentario que quiera añadir?
Únicamente que me gustaría haber contribuido, aunque sea modestamente, a crear una sociedad donde los cuidados sean una responsabilidad de todos y la mayor ambición como miembros de una democracia.
No tengo ambiciones económicas, aunque estoy seguro que en algo habré contribuido con mi trabajo también a que este país nuestro haya crecido económicamente. Me gusta mucho más el país en que vivo de mayor que el que encontré al nacer.